viernes, 25 de mayo de 2012

Química. Ni más ni menos. En eso, y en ninguna otra cosa consiste el amor: y la química no la produce el corazón, sino el cerebro (que por cierto, puede tardar la quinta parte de un segundo en enamorarse). Cada vez son más los estudios que mantienen que enamorarse tiene todos los síntomas de una adicción y provoca la misma sensación de euforia en el cerebro que la cocaína. El amor es, pues, algo así como un cóctel de hormonas, que nos intoxica y nos droga el cerebro. Si ya lo decía hace seis siglos Lope de Vega: "Creer que un cielo en un infierno cabe, dar la vida y el alma a un desengaño, esto es amor, quien lo probó lo sabe"...

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